El Café Viena refugio de estudiantes

En 1930 Madrid estaba llena de estudiantes venidos de todas partes del país. Para los padres, era constante motivo de preocupación el comportamiento de sus vástagos tan lejos de casa así que procuraban alojarlos en residencias estudiantiles con el fin de estuvieran más controlados. Funcionaba ya la Residencia de Estudiantes, también la de señoritas de la calle Fortuny y algunas más. Revisando periódicos de la época me encuentro con un anuncio del Colegio Hispano, internado para estudiantes universitarios dirigido por sacerdotes en la calle San Marcos, que prometía vigilancia “dentro y fuera” del establecimiento. Me pregunto cómo vigilarían a los chicos cuando salieran del colegio ¿llevarían guardaespaldas o más bien espías que los seguían a todas partes sin que ellos lo supieran? ¿Serían estos espías sacerdotes? Y si lo eran ¿llevarían sotana o se camuflarían de alguna manera para no ser descubiertos?

Un posible lugar de encuentro de los jóvenes estudiantes en Madrid podría ser el Café Viena, donde el almuerzo más económico costaba 3 pesetas y media. Ahí podían encontrarse con las jóvenes estudiantes de la residencia de Fortuny o con las opositoras que, según veo también en la prensa de la época, tenían derecho a presentarse a los exámenes siempre que fueran mayores de 16 años y que se ajustaran a las categorías autorizadas para su sexo. Por ejemplo, en las oposiciones a comercio exterior podían optar como auxiliares, nunca como oficiales.

En el Café, degustarían el famoso “Café Capellanes”, publicitado como el más aromático y concentrado, o el chocolate, que todavía se llamaba Reina Victoria, pues seguía España siendo una monarquía (después, durante la República, le cambiaron el nombre y pasó a llamarse, simplemente, Victoria). Mientras, podrían charlar, tomar dulces e, incluso, fumar algún cigarrillo porque en aquella época dice la prensa de entonces que “todos fumaban, incluso las mujeres”.

Han pasado muchos años y muchas cosas desde entonces. Ahora a los estudiantes de las residencias universitarias no se les vigilia ni dentro ni fuera de los establecimientos; las mujeres estudian y opositan para lo que quieren; muchas de ellas siguen fumando, algunas de ellas no lo han hecho nunca y otras ya lo han dejado; incluso algunas residencias universitarias ya son mixtas… A pesar de todos esos cambios el Café Viena sigue siendo un lugar de reunión para muchos estudiantes tanto a la hora del chocolate, los dulces y el café, como a la de la comida o la cena.