¡Qué modernos eran los antiguos!

En 1912, las fábricas de Viena Capellanes ya llevaban casi cuarenta años sirviendo pan a los madrileños. Todo el mundo las conocía y no es extraño. De veras se esmeraban en hacer las cosas especiales.
Vendían pan candeal, francés y de viena y cada panecillo venía envuelto en papel de seda con las siglas P.V.C (Pan de Viena Capellanes) impresas para evitar confusiones con los que salían de otros hornos.

Por aquellas fechas, la harina venía de Estados Unidos y la levadura de Viena. La fábrica era la única en la capital española que utilizaba una máquina amasadora mecánica que se movía con energía eléctrica, como destacaban en sus anuncios publicitarios. Hacían reparto a domicilio y la sucursal de Preciados estaba abierta 24 horas. Los pedidos podían hacerse por teléfono. Lo único que no teníamos en aquella época era página web…..